CULTIVAR LA INTELIGENCIA LIBERADORA – Una necesidad de las nuevas democracias creativas

Introducción

En esta introducción solo enuncio esquemáticamente las principales ideas en que me baso para ir respondiendo en el resto del artículo, progresivamente pero solo de forma parcial, a las preguntas planteadas por Marià Corbí como tema de este Encuentro.

.¿Cómo promover el cultivo de lo que nuestros antepasados llamaron «espiritualidad» en las generaciones jóvenes?

Lo primero sería ayudar a las generaciones jóvenes a tomar clara conciencia de la mutación cultural que estamos viviendo, de la aparición de un nuevo modo de vida basado en la creatividad, fundamento de un nuevo tipo de sociedad al que llamo democracias creativas, mostrando a continuación el papel central de la espiritualidad en estas sociedades.
Para ello es conveniente entender la espiritualidad como la dimensión liberadora de la inteligencia humana, a la que llamo inteligencia liberadora. Una dimensión de la inteligencia que a menudo y mayoritariamente está adormecida, inactiva o poco cultivada en comparación con las dimensiones de la inteligencia que modelan la realidad: la dimensión funcional o tecnocientífica , en la actualidad la más cultivada, y la dimensión valorativa, relativa al sentir, a las finalidades y valores, actualmente en crisis debido al impacto social de las tecnociencias.
Estas dos últimas dimensiones de la inteligencia son relativas a nuestras necesidades e intereses. Ellas crean los modelos de la realidad, es decir el mundo de objetos y sujetos separados, palabras, pensamientos, informaciones y valoraciones, leyes, normas y regularidades, etc. el mundo común donde satisfacemos nuestras necesidades vitales e intereses más o menos gratuitos.
En contraposición a este uso necesitado de la inteligencia, la inteligencia liberadora es inteligencia de la realidad sin mediación de palabras o pensamientos, una inteligencia inmediata de la realidad, hasta la posibilidad de identificarnos con ella, con la misma libertad creativa de la realidad, como sucede ante la belleza, en los actos verdaderamente libres y gratuitos. Esta inteligencia posibilita liberarnos, vivir sin necesidad de quedar encerrados en nuestros modelos de la realidad hasta identificarnos con ellos. Su cultivo nos permite permanecer siempre libres, capaces de crear nuevos modelos, nuevas posibilidades de vida.
Es decir, la inteligencia liberadora posibilita liberarnos de apegos, del sometimiento a deseos y temores resultado de la identificación con nuestros modelos, especialmente con un ego que acapara la atención, que se siente individuo separado, interesado en sí mismo, obligado a demostrar continuamente su valía, incluso enfrentado con el resto de individuos, sintiéndose frágil, amenazado y temeroso ante la posibilidad más que frecuente de no conseguir sus deseos y expectativas, agresivo hasta la violencia, con escasa libertad para asumir riesgos y por tanto , con creatividad reducida para ser realmente eficaz en nuestro mundo de cambios constantes imprevisibles, y por ello presa fácil del poder de dominación y explotación todavía imperante en nuestra sociedad.
Precisamente, es esta inteligencia la que nos da la libertad necesaria para interesarnos por la realidad, por las necesidades reales de la sociedad en lugar de hacerlo de forma miope por solo las nuestras, convirtiéndonos en parte integrante, en creadores de la nueva sociedad y por tanto, insustituibles por las llamadas máquinas inteligentes, las grandes competidoras de aquellos incapaces de liberarse y poder cultivar y ejercer su creatividad.
Esta inteligencia liberadora, como dimensión de la inteligencia creativa, nos lleva al interés por lo importante, para crear los valores necesarios en cada momento, sinceros en la comunicación, confiados en la cooperación, investigadores en toda actividad, especialmente sobre nosotros mismos, para poder ser flexibles, mediadores ante los conflictos, creativos ante lo imprevisible y desconocido, es decir, eficaces en la vida actual y al mismo tiempo felices al no depender de los resultados de nuestra acción, gracias a la misma libertad creativa, auto gratificante en su mismo ejercicio.
Por todo ello, me referiré a la espiritualidad con el nombre de inteligencia liberadora, una dimensión fundamental de la inteligencia creativa humana, que energiza y libera de egoísmos a las otras dos dimensiones, la tecnocientífica y la valorativa, permitiendo su colaboración armónica, la gran necesidad de nuestro tiempo.
Y lo más importante, esta inteligencia nos libera del sometimiento a palabras y pensamientos, para desde este silencio permitir nuestro acceso inmediato a la realidad, un sentir indescriptible, puro misterio de la realidad, inteligencia inmediata de la realidad liberadora e inefable en todo acto de contemplación, ya sea ante la belleza o en un acto gratuito, espontáneo, creativo, impredecible, sin la dualidad propia de palabras o pensamientos, libre de atribuciones a un autor.
Todo lo que se pueda decir de este misterio, de este acceso inmediato a la realidad, de esta inteligencia inmediata del misterio que se da en todo lo gratuito y libre, es solo un símbolo, no puede describir o explicar lo inexplicable, sino solo apuntar e intentar comunicar, crear interés, mover a su comunicación, a compartir e investigar este sentir inefable, un lugar de encuentro de la humanidad, de reposo, de paz y felicidad.
Esta es una advertencia, para no malinterpretar las presentes palabras, que solo responden al interés por la realidad, a la necesidad de comunicar e investigar este sentir inmediato y liberador de la misma realidad, propio de nuestra inteligencia liberadora, de la llamada espiritualidad. Repito, entendida ésta como camino hacia la plena liberación por identificación con la libertad creativa de la misma realidad.
En definitiva, todo lo que se pueda decir de la realidad son modelos dinámicos de ella, creados por nuestra inteligencia creativa, según nuestras necesidades vitales, sentidos, instrumentos, intereses, es decir, según las capacidades creativas de la inteligencia, como se verá más adelante.
En general, la i inteligencia creativa va creando un modelo general de realidad, constituido por una red universal de interacciones o mejor, red de intra-acciones constitutivas de toda existencia, como insistiré más adelante. Es en un modelo de intra-acciones, donde más sentido tiene hablar de libertad, creatividad e inteligencia liberadora y creativa.
Así se cumple el requisito de reformular la espiritualidad en términos del nuevo modo de vida actual basado en la creatividad en equipo. Es decir, se trata de mostrar la inteligencia liberadora como un hecho, una dimensión fundamental de la inteligencia creativa, la que además de su eficacia para hacernos ser flexibles, investigadores y creativos, nos da acceso inmediato a su origen, al misterio de la libertad creativa de la realidad, a la felicidad, la aspiración profunda de la inteligencia.
También hay que convencer de la necesidad del cultivo mayoritario de esta inteligencia liberadora. Ella nos libera de la tendencia a convertirnos en inteligencias programadas, apegadas a nuestros modelos, inteligencias sustituibles a no tardar mucho por los productos y servicios de la Inteligencia Artificial.
Además, solo este cultivo mayoritario de la inteligencia liberadora podrá liberar el crecimiento tecnocientífico de las manos de la plutocracia y el imperialismo y, con ello, liberarnos de la sociedad de dominio y explotación todavía imperante, con sus escandalosas desigualdades e injusticias.
El cultivo mayoritario de la inteligencia liberadora se presenta así como una necesidad inaplazable, como el fundamento del modo de vida creativo, la base de la eficacia y felicidad social propia de las nuevas sociedades, las democracias creativas. Estas constituyen el mayor reto y a la vez la más urgente necesidad en la historia humana.

¿Cómo cultivar la espiritualidad sin ningún tipo de sumisiones, sino como una creación e indagación libre?

Aquí propongo como respuesta a esta pregunta, el cultivo mayoritario de la inteligencia creativa en sus tres dimensiones. Constituida esta inteligencia por cinco capacidades innatas – interés por la realidad, comunicación semiótica, simbiosis subsidiaria, investigación generalizada y la capacidad de liberación. Las describiré muy brevemente más adelante, prestando especial atención a la capacidad de liberación, central en la inteligencia liberadora, la dimensión más distintiva y poderosa de la inteligencia humana, la fuente de su creatividad y felicidad.
Son capacidades creativas, cuyo desarrollo es fuertemente intra-dependiente, involucrando cuerpo i mente sin separación alguna, es decir, estas capacidades van conformando todo el sentir, pensar y actuar. Su desarrollo progresivo, aunque no siempre creciente, y para nada automático ni asegurado, sino necesitado de aprendizaje, es lo que nos ha hecho propiamente humanos.
Por tanto el cultivo de estas capacidades ha de incorporar imprescindiblemente las enseñanzas del pasado milenario de la humanidad, sobre cómo cultivar y ejercer estas capacidades – especialmente la capacidad de liberación tan fundamental como exigente en su desarrollo- si bien adaptando este cultivo a las condiciones y motivaciones del modo de vida actual.
Por su misma constitución investigadora, la inteligencia creativa investiga los posibles aliados y ayudas, así como los adversarios y obstáculos personales y sociales al cultivo de estas capacidades constitutivas de la inteligencia. Es decir, hay que saber, por una parte, detectar donde están tanto los estímulos y apoyos, como las dificultades y problemas de la práctica de la libertad creativa a nivel individual y colectivo en la sociedad tecnocientífica. Y por otra parte, hay que investigar cómo heredar la sabiduría del pasado sobre este cultivo.
Aquí me centraré en cómo superar lo que llamo la inteligencia programada, cuyo apego a su modelo de realidad la hace miope, temerosa, y le resta capacidad de riesgo así como flexibilidad y creatividad, y por tanto eficacia ante el cambio continuo imprevisible producido por el imparable crecimiento exponencial de las tecnociencias, y por todo ello fácil de someter por el poder de explotación.

¿Cómo tendrá que cultivarse la espiritualidad en grupo?

Si centramos la atención en la inteligencia creativa y en sus capacidades creativas constitutivas, especialmente las capacidades de comunicación, simbiosis y liberación, sin las cuales no hay verdadera inteligencia humana, resulta evidente que el cultivo de la inteligencia creativa y de su dimensión liberadora, es siempre algo colectivo. La creatividad en equipo es por tanto el lugar mayoritario y colectivo para el cultivo de la espiritualidad entendida como inteligencia liberadora. Así ésta se convierte en la base del nuevo modo de vida específico de las democracias creativas, la necesaria alternativa a las actuales sociedades de dominio y explotación sin futuro.
Además, la complejidad, cambio continuo e imprevisibilidad en el mundo actual, solo se puede afrontar en equipos bien motivados y cohesionados, cuya constitución exige un cultivo consciente de todas las capacidades creativas, muy particularmente de la capacidad de liberación, sin la cual se cae en el individualismo egoísta disfrazado de competitividad – el gran adversario con falsas pretensiones de eficacia – para lograr equipos bien cohesionados y creativos, imprescindibles en las democracias creativas.
En una palabra, la creatividad en equipo, la única efectiva ante la complejidad e imprevisibilidad del mundo actual, no es posible sin el cultivo armónico de todas las capacidades creativas, particularmente la liberadora la única garante de esta armonía. Es decir, el nuevo modo de vida exige la creatividad en equipo y esta una inteligencia liberadora bien cultivada y desarrollada. Por ello aquí me centraré en los aspectos colectivos de este cultivo de la inteligencia liberadora, su necesidad y efectos en la sociedad y no solo en el individuo.

¿Cómo habría que pensar y estructurar ese tipo de grupos?

La estructura social general para el cultivo de la inteligencia liberadora debería ser la misma que la de las democracias creativas, basadas en la creatividad en equipo por parte de una mayoría social, en la simbiosis subsidiaria y la distribución del poder en todo el tejido social, como apuntaré más adelante. Este cultivo, para asegurar sus estandars de calidad y sucontinuidad, se tendría que institucionalizar, siguiendo la misma estructura de las democracias creativas. La estructura de los grupos de cultivo debería hacerse de forma que favoreciese el desarrollo armónico de las cinco capacidades creativas constitutivas de la inteligencia, armonía dependiente en gran parte del buen desarrollo de la capacidad liberadora.
Para situar estas diferentes respuestas primero presentaré muy brevemente la mutación cultural que vivimos y a continuación un nuevo marco de comprensión o modelo general de la realidad, donde poder contestar a la pregunta: ¿Qué nos hace humanos? A fin de cuentas, lo que importa es sentir, pensar y actuar de acorde con la constitución dinámica del ser humano, buscando su desarrollo armónico, que aquí caracterizo culturalmente a través de su inteligencia creativa y la armonía entre sus tres dimensiones.
Esta inteligencia con sus cinco capacidades creativas constitutivas, es el agente que va creando y transformando todas las culturas, y por tanto es su lugar de encuentro y fecundación mutua, de la interculturalidad entendida como el proceso creativo de intra-acciçon entre las culturas o intra-culturalidad.

Hacia las democracias creativas

La transición cultural

Desde el Renacimiento europeo, se está produciendo una profunda mutación cultural, de la que ninguna cultura o sociedad podrá quedar al margen, bajo el riesgo de desaparecer.
De sociedades estáticas preindustriales, fundamentadas en mitos y la sumisión a una férrea jerarquía, se llega al cabo de milenios a sociedades industriales basadas en la razón e ideologías rígidas con origen hace solo unos pocos siglos. Y solo hace unos decenios se pasa a sociedades que se saben en cambio continuo imprevisible producido por la creatividad e innovación tecnocientífica acelerada, faltada de finalidades y dirección, como no sea el crecimiento económico insostenible.
Cambios, siempre los ha habido, pero en el pasado basado en mitos se evitaban en lo posible, y se creían bajo control de la razón en la etapa industrial. La mutación profunda se da cuando el cambio es continuo, acelerado y frecuentemente imprevisible, enfrentándonos como nunca a lo desconocido, exigiendo una gran inteligencia creativa. Lo desconocido – inabordable con solo el conocimiento adquirido y la inercia mental que este genera – es precisamente el gran estímulo de la inteligencia en su acción creativa de nuevo conocimiento.
Esto exige la plena conciencia de ser los creadores responsables del mundo en que vivimos, nadie puede escapar a esta responsabilidad, cuya alternativa es la sumisión al poder de explotación y el correspondiente peligro de precariedad en el trabajo y en los medios de subsistencia.

Cambio de mentalidad

En general, es necesario un cambio radical de mentalidad: de ser depredadores arrogantes e inmisericordes mediante el uso de nuestro conocimiento, movidos por deseos insaciables y víctimas de temores fuente de violencia y sufrimiento, debemos cambiar a creadores responsables de nuestro mundo, gracias a nuestra inteligencia creativa. Debemos pasar de encontrar satisfacción en la producción y el consumo crecientes, a experimentar el goce que conlleva la creatividad en sí misma y los valores que la acompañan, ejercitables en todas las actividades de la vida por parte de todos.

El nuevo símbolo del misterio de la realidad

El destino de esta mutación cultural debería ser lo que he llamado democracias creativas. Cada cultura para subsistir deberá crear – según su idiosincrasia – sus propias formas de democracia creativa. En estas, el símbolo de la realidad presencia misteriosa en toda existencia, ya no puede ser una entidad espiritual suprema autoridad, cuya consecuencia es el sometimiento a sus designios, como lo fue en el pasado preindustrial, ni puede ser símbolo de realidad la razón asociada a una supuesta naturaleza humana perfectamente determinada, como lo ha sido en las sociedades industriales.
Actualmente, nos conviene tomar como símbolo de la realidad su libertad creativa. Esta simboliza los dos accesos o dimensiones de la realidad sin dualidad ninguna: el acceso inmediato a la realidad o dimensión de libertad absoluta de la realidad, e inseparable de esta, la dimensión de creatividad relativa a la existencia, cuyo agente es la inteligencia creativa, la creadora en cada existencia de los modelos de realidad necesarios para existir. Una creatividad solo reconocible en los modelos creados.
Vale la pena repetirlo, esta libertad creativa de la realidad simboliza para nuestro tiempo el misterio de la realidad inmediata en todo, inexplicable pero innegable por su misma inmediatez, en lugar de simbolizarla como eso que es, o incluso como el Ser.
Esta libertad creativa de la realidad es verificable a través del ejercicio de nuestras capacidades creativas innatas, ,y particularmente, comprobable por la mente en la constatación que la realidad, toda realidad, es libre y creativa a la vez, es decir, que no se deja encajonar en los modelos que toda existencia ha de crear para existir, su autopoiesis., y que además , la realidad siempre nos sorprende y avanza hacia la novedad.
Por ejemplo, el modelo evolutivo no puede determinar ni predecir totalmente la realidad, es decir, no puede asegurar que si volviéramos atrás en el tiempo se volvería a dar la vida en la Tierra y mucho menos la progresiva aparición del Homo sapiens. Por tanto, este modelo evolutivo, todo modelo, deja espacio a la libertad creativa de la realidad y a su inteligencia creativa, que está en el mismo origen de los modelos.
En las democracias creativas, la política profundamente democrática y la economía deberán basarse no solo en el mercado y la pequeña ética de los derechos individuales, sino en primer lugar en la inteligencia axiológica, de origen y de alcance social, como veremos. Esto implica también el paso del monoculturalismo colonialista al pluralismo cultural, social, político y económico, el propio del modo de vida creativo. Es decir, pasar de ser una sociedad de individuos y colectivos bastante uniforme, competitivos o rivales, a la diversificación en colectivos bien diferenciados, competentes y cooperadores., una verdadera ecología de la política y la economía, justa y sostenible, fruto de una gran creatividad social.
Todo esto significa una profunda mutación en el modelo general de la realidad y en el del modo de vida, a los que me refiero muy brevemente en el próximo apartado. Un ejemplo fundamental de este nuevo modelo de realidad sería el cambio en la apreciación y valoración del tiempo, el cambio de la consideración del tiempo en relación a la producción, a su relación con la creatividad. El nuevo tiempo creativo ya no es puramente cuantitativo, rígido, maquinal, esclavizador y opresivo como el productivo, sino un tiempo cualitativo muy flexible, abierto a la inspiración creativa y al riesgo, resistente ante el frecuente fracaso, atento principalmente al proceso creativo imprevisible, sin la presión del tiempo repetitivo, cuantitativo y competitivo propio de la productividad, de la obtención de resultados a plazo fijo predeterminado.

Un modelo general de la realidad

Cada vez somos más conscientes que nuestra comprensión sensitiva y mental de la realidad, nuestro modelo, ya no se puede reducir a un universo de entidades, de sujetos y objetos con naturaleza propia relacionados externamente entre sí. Esta es una simplificación muy útil y fundamental en el pasado preindustrial, enraizada en la misma lengua, un lastre a la libertad y por tanto a la creatividad.

La red universal de intra-acciones

Este modelo de realidad, la suposición de un mundo externo independiente objeto de nuestro sentir, pensar y actuar va cediendo ante un nuevo modelo, una comprensión de la realidad más holística, como una red de interacciones primordiales, cuyos cruces van constituyendo dinámicamente toda existencia, entre ellas la humana.
Esta red de intra-acciones la va creando continuamente la inteligencia creativa, que opera en toda existencia, en su autopoiesis. Esta inteligencia es el agente de lo que antes he llamado la creatividad de la realidad, una de las dos dimensiones de la libertad creativa de la realidad.
Llamo a esta red, la red universal de intra-acciones para indicar que las interacciones no son externas sino primordiales y constitutivas de cada existencia. Así nada es una entidad, nada tiene entidad propia en relación externa con otras supuestas entidades. Sin que esta negación de entidad propia, impida a cada existencia gozar de una inteligencia creativa constitutiva autónoma, su autopoiesis.
Esta red universal de intra-acción es el modelo primordial de la realidad más apropiado para hablar del hecho de la espiritualidad. , pues deja espacio a la acción libre y gratuita propia de la inteligencia liberadora.
Es un modelo de realidad que hace de la intra-acción, es decir, de la comunicación y la cooperación el hecho primordial de la existencia, cuyo progreso es siempre un avance holístico, comunicativo y cooperativo, de convivencia. Y uno de cuyos hitos es la comunicación y cooperación humana mediante el habla, la capacidad central de la inteligencia creativa humana, cuyo desarrollo está en íntima relación con las demás capacidades, especialmente con el de la capacidad liberadora propia de la espiritualidad o inteligencia liberadora.

La inteligencia creativa de la red universal de intra-acciones

Así, en cada existencia, en cada modelo, en cada nudo de la red de intra-acción universal – ya sea una partícula elemental, una molécula, una piedra, una bacteria, un pino, una hormiga, un humano, hasta un posible extraterrestre – en todos podemos reconocer esta libertad creativa concretada en su inteligencia, que crea el modelo de la realidad necesario a su propia existencia, y ello en intra-acción con todas las demás existencias. Sin que cada inteligencia ni modelo creado pueda añadir, elucidar, controlar ni condicionar para nada el misterio, simbolizado por ala expresión libertad creativa de la realidad.
Es importante notar que el proceso creativo de la inteligencia, como agente libre de la creatividad de la realidad, es gratuito, es decir, imprevisible e incontrolable. Además, este proceso siempre se da en intra-acción dentro de la red universal de intra-acciones, por tanto cada existencia en su proceso creativo depemnde de todas las demás, y cuantas más sepa incluir en su modelo, presentes o pasadas, de más posibilidades creativas goza. Debido a esta intra-acción holísticac onstitutiva de toda existencia, en este modelo de la realidad ninguna existencia se pierde o desaparece totalmente de la red de intra-acción universal.

Un agente consciente de la libertad creativa

En particular, la inteligencia humana, cuyas capacidades creativas constitutivas vienen desarrollándose en intra-dependencia desde hace centenares de miles de años, es el agente principal de esta creatividad de la realidad. Gràcias a su prodigioso desarrollo, es una inteligencia con una sutil pero clara y verificable conciencia de esta libertad creativa de la realidad, y el testimonio más elocuente de su operatividad en toda existencia.
Además, esta creatividad no es exclusiva de unos pocos especialistas, ni solo practicable en actividades especializadas. Al contrario, la inteligencia creativa es una capacidad innata de todo humano a ejercer en toda actividad, desde las más exigentes hasta las más comunes y cotidianas, pues en todas ellas se puede ser creativo y por tanto testimonio consciente de esta libertad creativa, de su eficacia, paz y felicidad intrínsecas.

Un símbolo adecuado al nuevo modo de vida

Como hicieron las religiones en el mundo preindustrial, hay que formular el símbolo del misterio de la realidad en términos del modo de vida, de aquello que le es fundamental, de aquello que nos atañe más profundamente, y ahora toca hacerlo para una sociedad tecnocientífica. Y la novedad, lo fundamental de este modo de vida tecnocientífico, también lo más distintivamente humano, no está en el conocimiento, como sugiere la expresión sociedad del conocimiento, sino en la creatividad.
Esta libertad creativa de la realidad es un símbolo de la realidad adecuado a nuestro tiempo, al nuevo modo de vida basado en la creatividad. En la sociedad actual hay que afrontar continuamente el desconocimiento y la no predictibilidad, provocados por el crecimiento teecnocientífico exponencial y el correspondiente gran dinamismo y complejidad social, y esto solo se puede abordar desde la inteligencia creativa, lo más necesario, específico y profundo del nuevo modo de vida, su núcleo. Y esta inteligencia es precisamente la acción o agente de la creatividad en toda realidad, que llega a hacerse consciente en la humana. Así este símbolo de la libertad creativa no solo apunta al misterio, sino que apunta especialmente a este núcleo de la nueva sociedad humana, cuyo cultivo ha pasado a ser una necesidad de supervivencia. Esta es la gran novedad de nuestro tiempo.
Sin embargo, esto no significa rechazar las enseñanzas del pasado sino heredarlas convenientemente. De un metalenguaje religioso propio de sociedades estáticas bajo la sumisión, deberíamos pasar a un nuevo metalenguaje espiritual laico, como podría ser el aquí esbozado, para con él afrontar los retos de nuestro tiempo. Y a la vez heredar en el nuevo lenguaje, la sabiduría de las milenarias tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad, repletas de enseñanzas sobre el cultivo de la espiritualidad o inteligencia liberadora en el nuevo lenguaje.

Primacía del Ser y el conocimiento en el pasado

La primacía dada a las categorías de ser y de conocimiento es deudora de un pasado preindustrial que centraba su atención o interés en el pasado, en lo permanente, atribuible al ser y a su conocimiento. La radicalidad de la gran mutación cultural que vivimos, consiste principalmente en entender la realidad como una red universal de intra-acciones totalmente dinámica, en continua creación. Es en ella donde se manifiesta la operatividad de la inteligencia creativa, el agente de la l creatividad de la realidad en esta red.
Como insistiré más adelante, no es difícil irse convenciendo que lo que se necesita hoy no es principalmente tener muchos conocimientos e incluso habilidad en aplicarlos; es decir, no se trata de tener una inteligencia bien programada, o una cabeza bien amueblada como se solía decir. Lo imprescindible es desarrollar armónicamente nuestras capacidades creativas innatas constitutivas de la inteligencia, para poder ejercer esta inteligencia de forma flexible, abierta a lo desconocido y capaz de improvisación hasta la creatividad.

Nueva forma de cultivo de la espiritualidad

Por ello conviene insistir en que la novedad y fundamento del modo de vida tecnocientífico es su creatividad, una forma particular de cultivar la inteligencia creativa. Por eso es tan importante reconocer que la creatividad tecnocientífica tiene raíces en la misma libertad creativa de la realidad, el nuevo símbolo totalmente laico del misterio. Libertad creativa que se reconoce de forma consciente y con toda su fuerza en los humanos, en su inteligencia creativa, el gran regalo que nos hace la vida ya al nacer, que abarca no solo lo tecnocientífico sino los valores y la espiritualidad o inteligencia liberadora, cuyo cultivo hace posible el desarrollo de estas tres dimensiones de la inteligencia en armonía. Esta inteligencia y sus capacidades creativas constitutivas, son nuestra gran herencia genética, cuyo desarrollo armónico es la gran tarea auto gratificante de la vida humana.
En definitiva, la creatividad de la inteligencia humana es el lugar propio de nuestro tiempo donde podemos sentir, comprobar, ser conscientes y cultivar el hecho de la libertad creativa de la realidad en nosotros. Esta visión justifica que la espiritualidad pase a ser considerada como una dimensión de la inteligencia creativa: la inteligencia liberadora.
Resumiendo, ayudar a tomar plena conciencia de este hecho, de la posibilidad y necesidad de creatividad de todos en todas las actividades, es un camino para poder implantar un cultivo mayoritario de la inteligencia liberadora, una dimensión constitutiva de esta inteligencia creativa y fundamento del modo de vida propio de las imprescindibles democracias creativas, nuestro destino si antes no nos autodestruimos.

La inteligencia humana
Las capacidades creativas constitutivas

Si bien la inteligencia creativa es el agente autopoiético principal de cada existencia, cada una con su grado de desarrollo siempre en evolución, aquí me centro en una de las más desarrolladas, potentes y maravillosas en la red de intra-acciones universal, es decir, la inteligencia humana.
La inteligencia humana se ha concretado, es decir, ha crecido durante centenares de miles de años mediante el desarrollo de cinco capacidades creativas constitutivas CCC: interés por la realidad, comunicación semiótica, simbiosis subsidiaria y la capacidad de liberación. Las represento por los cinco dedos de una mano, no solo como ayuda nemotécnica, para recordar que esta inteligencia la tenemos todos al nacer y que solo necesita el ejercicio adecuado para desarrollarse, sino también para hacer notar su unidad de acción, su intra-dependencia y, para resaltar que cuando alguna se daña o descuida, se resienten todas las demás capacidades, es decir, lo sufre la misma inteligencia. A continuación las presento muy brevemente, su descripción más amplia, así como la de otras nociones solo esbozadas, se puede encontrar en el bloc homoquaerens.info.
La capacidad de interés por la realidad la represento por el dedo índice, el que indica aquello que nos importa, que nos motiva, que atrae la atención, que vale. Capacidad del sentir que incluye desde los instintos animales y los deseos, y expectativas, hasta el amor libre y gratuito sin condiciones, pasando por la curiosidad. Para calibrar la importancia de esta capacidad, solo hay que tener presente que cuando el interés dejó de dirigirse al pasado para hacerlo hacia el futuro en el Renacimiento, esto inició la profunda mutación cultural de la humanidad en la que estamos inmersos.
El dedo del medio, el mediador, es lo que llamo la comunicación semiótica,; la comunicación mediante signos arbitrarios, cuya manifestación más maravillosa es la capacidad creativa de hablar o simplemente el habla. El habla nos libera del férreo mecanismo animal estímulo-respuesta, es decir, los significados de las palabras actúan de mediadores entre los estímulos sensitivos y las correspondientes reacciones a ellos. Esta liberación es origen y base del pensamiento humano, de nuestra gran imaginación, para investigar y crear. Es esta creatividad del habla es la que da al diálogo su capacidad de resolución de conflictos. Pero sobretodo,, gracias al habla podemos ser conscientes de la libertad creativa de la realidad. Es decir, podemos distinguir entre los significados -nuestros modelos de la realidad – y la inteligencia inmediata de la misma realidad. Y así ser conscientes de nuestra doble inteligencia de la realidad, la relativa a los significados, propios de nuestra inteligencia funcional y valorativa, y la realidad inmediata de la inteligencia liberadora o espiritualidad.
El dedo anular, el del anillo o alianza, es el de la simbiosis, de la cooperación, de la vida en común o convivencia propia de la especie humana. Junto al habla es un gran desarrollo que la intra-acción universal adquiere en los humanos. Todo se da en esta red de intra-dependencias, particularmente la inteligencia creativa, que es en primer lugar un hecho comunicativo y cooperativo creativo de novedad, contrariamente a la creencia en una inteligencia propiedad exclusiva del individuo. El individualismo es considerar primordial al individuo como entidad en sí misma, relacionado externamente con otros individuos; no reconoce el carácter primordial de la simbiosis constitutiva de todo humano. Gracias al habla se ha desarrollado hasta permitir la creación de naciones. Para ser creativa no puede ser jerárquica sino subsidiaria, basada en la distribución del poder en todo el tejido social; es decir, cada individuo y grupo tiene el grado máximo de autonomía que puede asumir responsablemente ante los demás. No ha sido esta forma de simbiosis la habitual en la humanidad sino más bien lo contrario, la simbiosis basada en el dominio y la explotación. Si bien el modo de vida productivo del pasado lo permitía, toda jerarquía y dominio son contrarios al cultivo mayoritario de la creatividad, una necesidad de las nuevas democracias creativas. La simbiosis es la capacidad central de la dimensión política de la inteligencia. Su máximo desarrollo se da en el servicio mutuo libre y gratuito, sin esperar nada a cambio, movido por el amor, la forma más alta de interés.
El meñique, el más pequeño, ya que solo empezó a desarrollarse sistemáticamente hace solo unos pocos siglos, es la capacidad de investigación, la que nos permite afrontar lo desconocido, que siempre acompaña a todo conocimiento. El conocimiento es siempre una respuesta a una pregunta previa y la respuesta a ella abre la posibilidad de nuevas preguntas imaginativas, cuya respuesta lleva a nuevas preguntas, una dinámica propia y necesaria al desarrollo de toda inteligencia creativa.
Dada la complejidad del mundo actual, la investigación es hoy más que nunca una actividad a ejercer en equipo, es decir, en comunicación implicada y cooperación confiada, lo que a su vez requiere un fuerte interés común y un cultivo de la capacidad de liberación del individualismo egoísta. La investigación es la tarea central de la creatividad, que en la actualidad es necesaria en todo tipo de actividades, especialmente en las empresas, si no queremos ser sustituidos por máquinas.
El pulgar, el dedo humano por antonomasia, es la capacidad de liberación, distintiva de los humanos, capaces de mantener distancia, no quedar atado ni absolutizar nuestros modelos de realidad, no estar sometido a nada para no caer esclavo bajo ningún dominio, interno como es el sometimiento a los propios instintos, pensamientos, deseos, temores y expectativas del ego, con el correspondiente sufrimiento y pérdida de libertad y creatividad. Esta capacidad es también clave para no quedar sometidos a la sociedad de dominio y explotación. Desgraciadamente a menudo pasa desapercibida y no es cultivada conscientemente. Entonces se manifiesta en nuestra insaciabilidad, nada nos puede satisfacer plenamente porque la plenitud está en la libertad creativa y no en la posesión y satisfacción de deseos.
La liberación es el dedo específico humano, que hace pinza con los demás dedos, y así posibilita el máximo desarrollo del resto de capacidades: lleva el interés al amor, hace sincera e implicada a la comunicación, la simbiosis se convierte en servicio mutuo y la investigación puede ser libre y por tanto creativa al máximo.

Intra-dependencia de las capacidades creativas

Cada una de estas cinco capacidades no se puede entender bien sin el concurso de las demás. Por ejemplo la maravilla que es el habla no hubiera sido posible sin el concurso de las otras capacidades, especialmente la liberación y la cooperación. A su vez, sin el habla la liberación no se habría desarrollado ni sería consciente, ni la cooperación habría alcanzado a crear colectivos como las naciones.
La historia humana se podría ver desde la perspectiva del desarrollo y ejercicio de estas capacidades, más o menos desequilibrado y a menudo en conflicto entre ellas, dando lugar a todo tipo de perversiones de la inteligencia y por tanto de la convivencia humana, como las desigualdades e injusticias monstruosas, hasta la práctica sistemática de la guerra entre humanos, pero también contra la Tierra. Sin embargo, dado el poder humano de impacto planetario, o ponemos fin a esta historia o ella pondrá fin a la humanidad entera, y la salida de este terrible dilema está en el cultivo armónico de las CCC, que hace posible nuestra inteligencia liberadora.
Además, cada cultura se puede caracterizar por el distinto grado de desarrollo e importancia que da a cada una de estas capacidades.
Y las diferentes formas que presenta la inteligencia en cada actividad responden a distintas maneras de combinar y ejercer estas capacidades.

Rol de cada capacidad creativa en los tres usos de la inteligencia

En la inteligencia funcional o tecnocientífica – la más desarrollada y la que mayor atención y medios acapara – la capacidad de interés por la realidad pasa a ser curiosidad que tanto se presta a curar el cáncer como a crear la bomba atómica. La comunicación se reduce a intercambio de información en el metalenguaje abstracto y matemático propio de las tecnociencias, la cooperación es todavía muy débil debido al individualismo competitivo; la investigación es principalmente restringida a lo mesurable y predictible en forma de regularidades y leyes; y la liberación se restringe a la capacidad de abstracción de cualidades y valores. Esto ha permitido que las tecnociencias hayan sido presa de la plutocracia y el imperialismo ya desde sus inicios.
Sin embargo, nada impide, sino es más bien necesaria, una nueva inteligencia tecnocientífica movida por el amor, la comunicación sincera e implicada, y el servicio mutuo que haría posible la práctica de la liberación, en lugar de la simple abstracción de los valores. En ello nos jugamos no solo poner las tecnociencias al servicio de toda la humanidad sino la misma supervivencia humana.
La inteligencia axiológica, es la que gira entorno a la capacidad de interés. Ella crea dinámicamente, según las necesidades e intereses cambiantes, un metalenguaje valorativo, para motivar, orientar y, con la concurrencia de la capacidad de simbiosis, cohesionar la sociedad. La creencia en valores inmutables propios de una supuesta naturaleza humana ha impedido su desarrollo al ritmo del de la inteligencia tecnocientífica, desequilibrio causante de la profunda crisis de valores que sufrimos.

La inteligencia liberadora

Cuando todas las capacidades se ponen al servicio de la liberación, dan lugar a una forma de la inteligencia que he calificado de liberadora. En ella el interés es libre, por la misma realidad, en lugar del interés miope y egoísta, atado a los intereses creados. Así el interés puede desarrollarse primero en forma de curiosidad, hasta convertirse en el amor incondicional, la forma más libre, gratuita y benéfica del interés por la realidad. En esta inteligencia liberadora, la comunicación es veraz e implicada hasta la comunión en el silencio; la simbiosis llegue a ser servicio mutuo en la unidad del amor, permitiendo la investigación en equipo; y posibilita que la investigación no se mida por sus resultados a corto plazo y así no desfallezca ante los inevitables y frecuentes fracasos y pueda llegar a las más altas cotas de creatividad.

Despegar del plano de la necesidad y sus modelos

Liberar no comporta negar, por ejemplo no se trata de negar los modelos de realidad, ni el ego, sino no dejar que acapare toda nuestra atención con deseos, temores y expectativas, para reconocerlo como lo que es, una función de supervivencia, es decir, se trata de liberarnos de él como tirano, de su egoísmo, para que pase a ser un servidor de nuestra libertad creativa. Con ello no perdemos ningún goce de la vida pero sí muchos sufrimientos, inevitables si nos identificamos con nuestro ego tan frágil y sometido a todo tipo de contingencias. Esto requiere aprendizaje de las enseñanzas de las grandes tradiciones de sabiduría y la ayuda de los que más se han ejercitado en ello.
Tampoco se trata de negar o rechazar nuestra situación, nuestras condiciones de vida por adversas que se presenten. Sin aceptarlas no podremos ejercer la inteligencia, especialmente la capacidad de interés y de liberación para afrontar y cambiar nuestra situación adversa y, si no se puede, por lo menos lograr que no nos haga sufrir gracias a la liberación.
La inmensa energía de la inteligencia liberadora nos impulsa a despegar del plano de la necesidad, el propio de las otras dos dimensiones de la inteligencia, para desde esta altura de miras, observar con amplitud y lucidez el paisaje humano, ver los problemas y obstáculos al buen vivir, para aterrizar de nuevo y reflexionar mejor, poder investigar y actuar con la máxima eficacia, libertad y creatividad. Su símbolo podría ser el silencio, silencio liberador, activo, investigador y creativo en toda actividad.

Necesidad del cultivo armónico de las tres dimensiones de la inteligencia

La única posibilidad de transmutar el poder de imposición y explotación en servicio, el más alto grado de simbiosis humana, es el cultivo harmónico de las tres dimensiones de la inteligencia. En él se basa el nuevo modo de vida al que estamos llamados. Su fundamento es la misma libertad creativa de la realidad, se despliega en la intra-dependencia de las capacidades creativas mencionadas, donde cada una recibe distintos grados de atención, según las culturas y las actividades de los diferentes colectivos. Esta es la gran oportunidad de un modo de vida feliz que no deberíamos dejar escapar: vivir de lo que nos hace humanos: ¿hay algo más a nuestro alcance que nosotros mismos?

Unidad de la inteligencia

Estas tres dimensiones de la inteligencia lo son de una sola y única inteligencia creativa, cuya primacía sobre sus creaciones, en particular respecto al conocimiento, destaco a continuación, ya que solo ella, a través de su dimensión liberadora nos hace conscientes y permite cultivar la libertad creativa, el símbolo del origen de toda realidad.

Primacía de la inteligencia
Adquisición y uso de conocimientos

El impacto del crecimiento tecnocientífico en la sociedad ha ido poniendo de relieve la importancia del cultivo de la inteligencia creativa por encima de la adquisición, posesión y uso de conocimientos. Esta actividad la irán asumiendo cada vez más las máquinas que sustituirán a aquellos que no basen su actividad en la inteligencia creativa. Por tanto ¿qué necesita y exige la sociedad actual? Ya no bastan los conocimientos adquiridos; aunque necesario ya no es suficiente ser experto en algo; es decir, no basta tener una profesión bien establecida si al mismo tiempo no hay un cultivo continuado de la inteligencia creativa. Repito por su importancia: si nos limitamos al simple uso de conocimientos tendremos la competencia invencible de las máquinas. Insistiré en ello más adelante.

La nueva pregunta que debemos hacernos

La primera pregunta que todo individuo y colectivo debe hacerse, ya no es qué he de ser, qué conocer y qué esperar sino más bien cómo cultivar esta inteligencia – y muy especialmente su función liberadora – que nos va constituyendo como nueva especie cultural, la que he llamado Homo quaerens.

Conocimientos como creaciones de la inteligencia

Los conocimientos, más que descubrimientos de una realidad externa e independiente de nosotros, se tiende, cada vez más, a verlos como creaciones de una inteligencia creativa, dinámica y abierta a lo desconocido. Por tanto, es a la inteligencia, a su constitución y funcionamiento que debemos prestar toda la atención, según sea su calidad serña la calidad de sus creaciones, en particular el conocimiento. Una inteligencia que necesita la libertad como fundamento. La misma condición humana, más cultural que natural, está en constante proceso de constitución gracias a esta inteligencia creativa.
Parece pues necesario el dar prioridad a la inteligencia y su dinamismo creativo sobre el ser y los conocimientos. Solo esta creatividad es capaz de sostener el crecimiento tecnocientífico imparable – no se va a renunciar a su eficacia. Solo la inteligencia es una capacidad dinámica para afrontar la complejidad y lo desconocido, cuyo reto es su mayor estímulo, gracias a la libertad creativa de la misma realidad, de la que la inteligencia es su agente más creativo.
Contrariamente, a menudo, en lugar de ver los conocimientos como un medio necesario, un estímulo a la creatividad, estos acaparan la atención, actúan como masa inercial difícil de mover, en la que quedamos atrapados. Pero la inteligencia es principalmente una capacidad libre de apegos al conocimiento adquirido -gracias a su dimensión liberadora – para así poder estar abierta y ser creativa ante lo desconocido. Además, solo esta inteligencia creativa es capaz de dirigir el crecimiento tecnocientífico al bien común.

La realidad vista como la imposición de algo dado

En definitiva, ser y conocer responden y a la vez inducen a pensar en una naturaleza que nos viene dada, fija, determinada, algo permanente presente a través de las formas cambiantes, algo cuyo sentido debemos descubrir, y que, de alguna manera parece que se impone: la realidad vista como la imposición de algo dado. Lo repito por su importancia„ la intuición del ser y su conocimiento tiende a sugerir una realidad ya constituida, que debemos conocer , descubrir su funcionamiento y sentido, para someterla o someternos a esta realidad que nos viene dada. La realidad siempre acaba imponiéndose, se suele decir. Sin embargo, es al contrario: la realidad es siempre liberadora – pura libertad creativa – para aquellos que cultivan la inteligencia liberadora; lo que se impone son los conocimientos, los modelos que hacemos de la realidad, cuyo control es el objetivo de la oligarquía y la plutocracia, para dominar y explotar la Tierra.
Si desde la perspectiva del conocimiento se trata de buscar aquella verdad que nos hará libres, desde la perspectiva de la inteligencia creativa, deberíamos cultivar aquella inteligencia liberadora que nos lleva a la verdad, la justicia, la paz y la felicidad.

Pluralismo impulsado por la inteligencia creativa

A menudo el ideal del conocimiento ha sido de un conocimiento universal, total, a ser aceptado e incluso impuesto a toda la humanidad, como muestra la actitud colonialista de imponer una cultura única. Contrariamente, lo propio de la libertad creativa y su agente, la inteligencia, és la diversidad, el pluralismo en todos los campos de la actividad humana, sin perder por ello la unidad de la inteligencia, que es el punto de encuentro de toda la humanidad.

Del sometimiento a la libertad

Uno de los obstáculos a salvar en la reformulación de la espiritualidad, es esta creencia, tanto religiosa como laica, de una realidad que se impone – ya sea el sometimiento a un ser espiritual omnipotente, ya a leyes físicas de una naturaleza fija establecida. Contrariamente, debemos partir del hecho comprobable de una realidad que nos libera porque es libertad creativa.
Para salvar este obstáculo, centro mi atención en la libertad y la inteligencia creativa, en lugar de hacerlo en el ser y el conocimiento, es decir, en las creaciones. La inteligencia creativa fundada en la libertad, aunque se apoya en el conocimiento, es apertura a lo desconocido, el agente primero de nuestra creatividad. La inteligencia parte del conocimiento adquirido para cuestionar, para explorar lo desconocido, para investigar y crear nuevas posibilidades de vida. El ser es una categoría propia de pensar el mundo principalmente como ya constituido. En cambio„ la libertad de la inteligencia es el agente creativo de un mundo dinámico en constitución o creación continua y del cual los humanos somos los principales creadores y responsables.
Las cosas no son como son, sino que en gran medida están en nuestras manos„ no como individuos sino como humanidad que se va constituyendo a sí misma gracias a su libertad creativa. Por tanto, el cultivo de esta libertad y de su inteligencia, la inteligencia creativa, adquiere una importancia difícil de exagerar en el mundo actual. Ella es la impulsora dee una verdader mutación cultural, la del Homo sapiens al Homo quaerens.

Ell Homo quaerens, la nueva especie cultural

El Homo quaerens es aquel que hace de la libertad creativa su verdadera identidad. Esto contrasta con el Homo sapiens, la mayoría de la humanidad en el pasado, que se identifica con sus creencias primero y con su razón y conocimientos después.
El Homo sapiens, sintiéndose separado de la tierra, superior, cae presa de las ansias, actualmente suicidas, de poseer y dominar que le llevan a la codicia, violencia física y mental, al sufrimiento, a la opresión y la explotación de la humanidad y de la Tierra.
Si el Sapiens hace de lo incuestionable su baluarte, el Quaerens lo tiene en la libertad creativa que lo lleva a cuestionar, —-a mantener y acrecentar durante toda la vida esta actitud investigadora humana innata, cuyo primer requisito es la educación permanente, a lo largo de toda la vida. Si el primero quiere vivir de certezas, el segundo de la libertad creativa. El Homo quaerens ha estado representado por una minoría de creadores y sabios a lo largo de la historia, pero su crecimiento sostenido e imparable se da a partir del Renacimiento europeo, hasta devenir una mutación cultural de la especie humana, necesaria para su supervivencia.

Resumiendo, el Quaerens se distingue del Sapiens por tres características principales. Primero, no cree en la posesión de sus creaciones. Segundo, las considera un fruto de la libertad creativa, más colectiva que individual. Tercero y más importante, a través de las creaciones no busca imponerse y depredar más, sino la felicidad social. Si el Homo sapiens pone la creatividad al servicio del conocimiento y este al del dominio, el Homo quaerens pone el conocimiento al servicio de la creatividad y esta al de la felicidad individual y colectiva.

La inteligencia liberadora de los impedimentos a la creatividad

Entre los obstáculos o adversarios a la inteligencia creativa, mencionaré dos muy generales, lo que llamo la inteligencia programada y la sociedad de dominio y explotación hoy imperante. Esta última basada en estados cuya concentración de poder está en manos de oligarquías y plutocracia, es el gran adversario de las democracias creativas basadas en el cultivo mayoritario de la creatividad y la distribución del poder en todo el tejido social.
Para combatir la posibilidad de las democracias creativas y poder mantener sus privilegios, oligarquías y plutocracias utilizan todos los medios a su alcance para alienar la mayoría social y alejarla del cultivo mayoritario de la creatividad, fundamento y poder de la verdadera democracia. Ambas, inteligencia programada y sociedad de explotación, son dos poderosos adversarios a la igualdad, la justicia, la pazz y la felicidad social, las principales finalidades de la inteligencia creativa tal como aquí la entiendo.

Importancia de la inteligencia liberadora

A lo largo de la historia, las dimensiones funcional y axiológica de la realidad han acaparado casi toda la atención. Y en la actualidad es la inteligencia funcional tecnocientífica la que recibe la mayor atención y medios para su desarrollo, en detrimento de la inteligencia axiológica, que ha quedado comparativamente muy disminuida, casi reducida a la aplicación de valores principalmente individuales sin fuerza suficiente para dirigir el crecimiento tecnocientífico, que así ha quedado presa de la plutocracia y el imperialismo. Este desequilibrio ente inteligencia funcional y axiológica, es la causa de la mayor parte de las crisis que sufrimos.
La tercera dimensión de la inteligencia, la inteligencia liberadora aunque siempre operativa e inseparable de las otras dos, es la que menos atención ha recibido, incluso en el seno de las religiones, siendo considerada cosa de minorías de sabios y místicos. Esto tiene una explicación en el mismo modo de vida estático y autoritario del pasado pre-industrial, en la que no voy a entrar. Solo mencionar que la contingencia humana se dejaba a la voluntad de Dios, invocando su amor con plegarias. Aunque en el fondo esto actuaba como liberación de la contingencia humana, no se reconocía como liberación sino como sumisión al poder divino. Las nuevas generaciones ya no son receptivas a estas formulaciones y actitudes, y sí lo pueden ser al cultivo de la inteligencia liberadora.
El nuevo modo de vida basado en la creatividad, exige prestar la máxima atención a la inteligencia liberadora, pues solo ella operando en las otras dos posibilita su máxima creatividad, que es una creatividad necesariamente en equipo, la única capaz de afrontar la complejidad e imprevisibilidad de los problemas y retos actuales. Mostrar que esto es así, es necesario al nuevo modo de vida, es una de las mejores formas de impulsar el cultivo de la inteligencia liberadora fundamento de la creatividad, de la inteligencia creativa.
Ayudar a tomar conciencia de los adversarios e impedimentos al cultivo de la inteligencia creativa es un primer paso para liberarnos de ellos y promover el desarrollo de esta inteligencia, ya que por su carácter auto gratificante, si apartamos los obstáculos, la inteligencia creativa camina sola y con ella la liberadora. Aquí me centraré en uno de sus grandes adversarios, la inteligencia programada, apegada a sus sentir, pensar y actuar.La burocracia es un ejemplo paradigmático de esta inteligencia programnada colectiva.
Por tanto, los dos primeros y más importantes pasos son, primero, tomar conciencia e y segundo investigar el funcionamiento de la inteligencia programada, la que se identifica con los modelos creados, particularmente el ego. Es decir, la inteligencia investigadora de la inteligencia programada libera esta última y abre camino al ejercicio de la creativa. Concretamente, esta inteligencia de la inteligencia programada se puede llevar a cabo examinando cómo se ejercen en la inteligencia programada las diferentes capacidades creativas: cómo actúa el interés o sentir, la comunicación o pensar, la cooperación o actuar, la investigación ejercida en las tres primeras y la liberación como experiencia immediata de la realidad.

La inteligencia programada

La inteligencia, muy creativa en los primeros años de vida, poco a poco va perdiendo libertad creativa al irse identificando con los modelos creados y sus formas de sentir, pensar y actuar, particularmente se identifica con el primero de estos modelos, el ego. El desarrollo, en principio sin límites, de nuestras capacidades creativas constitutivas innatas se estanca e incluso retrocede y se pervierte por falta de cultivo de la capacidad de liberación. Entonces, solo reconocemos en la realidad su plano relativo a nosotros, a nuestras necesidades e intereses. Es decir, esta identificación con el plano de realidad propio de las dimensiones funcional y axiológica de la inteligencia , hace que no se reconozca la dimensión liberadora de la inteligencia, ni se cultive ni desarrolle con la correspondiente pérdida de la más auténtica creatividad, la gratuita;, pero no por ello deja de actuar, ya que hace que ningún logro nos satisfaga completamente , así caemos fácilmente en una depredación insaciable. Esta identificación de la inteligencia con los modelos de realidad, es algo general y mayoritario en todas las culturas, un impedimento a su creatividad. Pero en las nuevas democracias creativas diversas según culturas y a menudo multiculturales, la inteligencia ya no puede quedar programada por un modelo cultural, pues es contrario a la necesaria interculturalidad del mundo global y a las necesidades de creatividad en la mayoría de la sociedad.
En este proceso de identificación y pérdida de creatividad intervienen numerosos factores, entre los cuales no es menor las urgencias de la subsistencia, y tiene enormes consecuencias en el comportamiento humano, pero aquí me limito a a apuntar a la inteligencia programada, instalada en la adquisición y manejo de sentimientos, conocimientos y habilidades con los cuales se identifica.
Dada la inevitable fragmentación de los conocimientos, esta identificación con el conocimiento hace sentir fragmentada a la misma inteligencia, así como separada de las otras, en competición entre sí. Esto debilita la inteligencia y la hace de fácil manipulación por los que controlan la información. A su vez, esto posibilita y fomenta el dominio de unos sobre otros y de todos sobre la Tierra, un mundo de ganadores y perdedores, una minoría de vencedores arrogantes y una mayoría de vencidos sumisos o indiferentes.
En definitiva, la sociedad de dominio y explotación toma carta de naturaleza y se creen una utopía las democracias creativas basadas en el cultivo mayoritario de la libertad creativa y la felicidad que estas democracias harían posible.

La competitividad de las máquinas

En esta sociedad competitiva de dominio y explotación, ha entrado en juego un nuevo tipo de competidor: las máquinas llamadas inteligentes, modelos electrónicos de la inteligencia programada, cada vez más potentes
Programación probabilística, aprendizaje automático, reprogramación automática o auto programación, … son algunos avances de esta inteligencia artificial, cada vez más potente. Sin embargo, el fundamento de la verdadera creatividad, libre y gratuita, es inasequible a las máquinas. Solo los humanos gozan de la posibilidad de la dimensión liberadora de la inteligencia y es por tanto en su cultivo donde radica la posibilidad de poner estos avances tecnocientíficos al servicio de una inteligencia creativa humana en desarrollo armónico entre sus tres dimensiones, para poder avanzar así hacia las democracias creativas, el destino feliz de la mutación cultural iniciada hace unos quinientos años.

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